Definir el ADN de un proyecto arquitectónico de hospedaje implica identificar y articular aquel conjunto único de características, valores, y principios que guiarán y diferenciarán al proyecto de otros. Este ADN se convierte en la esencia y el alma del proyecto, y tiene implicaciones tanto en la fase conceptual como en la implementación y operación. A continuación se detallan algunos de los aspectos clave de este proceso:

  1. Visión y Misión: Establecer el propósito del proyecto. ¿Qué se busca lograr con este hospedaje? ¿Qué experiencia se quiere brindar a los huéspedes?
  2. Valores Fundamentales: Estos son principios inamovibles que guían todas las decisiones relacionadas con el proyecto, desde el diseño hasta la operación. Podrían incluir la sostenibilidad, la inclusividad, la autenticidad, entre otros.
  3. Diferenciadores Únicos: ¿Qué hace que este proyecto sea especial o diferente de otros lugares de hospedaje? Esto podría relacionarse con el diseño, los servicios ofrecidos, la historia del lugar, las prácticas sostenibles, etc.
  4. Experiencia del Huésped: Definir cómo se quiere que el huésped se sienta durante su estancia. Esto puede influir en el diseño de las habitaciones, las áreas comunes, los servicios ofrecidos, y más.
  5. Aspectos Estéticos y de Diseño: Esto incluye definir un estilo o tema arquitectónico, paletas de colores, tipos de materiales, y otros elementos visuales que se incorporarán.
  6. Relación con el Entorno: Establecer cómo se integrará el proyecto con su entorno, tanto en términos de diseño arquitectónico como en la relación con la comunidad local y el medio ambiente.
  7. Aspectos Funcionales y Operativos: Estos podrían incluir decisiones sobre si será un hospedaje ecológico, de lujo, orientado a familias, etc.
  8. Narrativa del Proyecto: La historia o narrativa que se quiere contar sobre el lugar. Esto puede ser una historia real relacionada con el sitio o una creada para enriquecer la experiencia del huésped.

Al definir el ADN, se está creando una hoja de ruta que garantiza que todas las decisiones tomadas a lo largo del desarrollo y operación del proyecto estén alineadas con la visión y los valores establecidos, asegurando una identidad coherente y distintiva.